TRATAMIENTO PARA EL ESTRÉS
El estrés es fruto de una activación fisiológica de nuestro organismo, automática e involuntaria, que se produce ante situaciones en las que existe una percepción de peligro para el individuo o de demanda importante.
Esta respuesta produce cambios fisiológicos que nos preparan para hacer frente al peligro o a la demanda a la que nos debemos enfrentar, entre los que destacan un aumento de la presión arterial, de la frecuencia cardíaca, de la tensión en los músculos, del riego sanguíneo al cerebro, de la secreción de adrenalina, disminución del riego sanguíneo a la piel y al sistema gastrointestinal, entre otros.
La respuesta de nuestro organismo está diseñada para que disponga de energía para hacer frente al peligro y, por tanto, no es problemática en sí misma. El problema surge cuando esta respuesta de estrés se da con mucha frecuencia o durante tiempo prolongado. Es entonces, cuando aparecen las consecuencias negativas del estrés.
El problema de la persona estresada es que percibe muchas demandas a las que ha de enfrentarse y por tanto activa su organismo con mucha frecuencia, forzándolo en exceso, produciendo síntomas físicos y psicológicos. Entre los más típicos encontramos los dolores de cabeza y espalda, malas digestiones, taquicardias, dificultades de concentración y olvidos frecuentes, mareos, insomnio, nerviosismo y preocupaciones, irritabilidad, ansiedad.
El estrés puede generar multitud de síntomas y alteraciones en nuestro organismo. A largo plazo, el desgaste producido por la activación repetida de nuestro cuerpo puede generar enfermedades graves.
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